EL AUTOR DE LA SEMANA: MASSIMILIANO COLOMBO

Que Janus pater pueda abrir esta puerta con benevolencia.
Tú te irás y yo estaré aquí esperándote. Tú te irás y cumplirás, como requiere la virtud, tu deber. Y tú lo harás, por tu honor, tu virtus y tu dignitas.
Te comportarás como un romano y como un hombre, como escribían hace muchos años. Tú serás lo que debes ser. Te irás y deberás ser fuerte contigo mismo y duro con los otros.
Ordenarás y así deberá hacerse. Sin miedo ni medias tintas, solo con la compañía de tu corazón. Solo así serás honrado y glorificado por aquellos que te aman y por tus soldados.
Tendrás castra que defender: la de tu corazón, donde nos custodiarás a nosotros, y la que mandarás con firmeza, donde tendrás a tus hombres.
Ambas deberán protegerse como algo sagrado, porque nunca serás más que un comandante que llevará a término su misión.
Leer Devotio es como vivir otra existencia, entrar en una dimensión mental que nos lleva a otro mundo y a otro tiempo. Escribir Devotio ha significado tratar de llevaros a vosotros a esa dimensión, acompañaros en un universo imaginario poblado de personajes que ya no existen, pero que parecen más vivos y reales que nosotros mismos. Ha significado haceros empatizar con ellos hasta percibir sus deseos, sentir el latido de sus corazones, saborear sus alegrías, rendirse a sus emociones más íntimas…
Escribir Devotio ha significado excavar en el alma humana y sacar lo mejor y lo peor que el hombre es capaz de hacer. Esta es la historia de Publio Decio Mure, miembro de la gens plebea Decia, que fue cónsul romano cuatro veces. Sirvió como legatus bajo el dictador Lucio Papirio Cursor y fue nombrado magister equitum junto al dictador Publio Cornelio Escipión Barbado. Abrazó con éxito la causa de la apertura del pontificado a los plebeyos, y fue cónsul en el 297 a.C. junto a Quinto Fabio Massimo Ruliano, con quien combatió victoriosamente a los apulios y a los samnitas. Al año siguiente le fue prorrogado el mando en el Samnio como procónsul y, ante el estallido de la tercera guerra samnítica, Ruliano lo quiso a su lado cuando fue unánimemente reclamado al consulado. Al comienzo de la campaña, los dos cónsules se separaron y Mure se adentró en el Samnio hasta que fue llamado al norte para enfrentar a samnitas, umbros, etruscos y galos reunidos. Los ejércitos lucharon en Sentino, y Publio Decio Mure, que comandaba el ala izquierda del ejército romano contra los galos, guio las cargas de caballería antes de ser atacado por los senones, que llevaron el caos a las filas de sus legiones. Para conjurar lo peor se ofreció a los dioses infernales con el ritual de la devotio y se lanzó solo a la contienda.
Esta no es solo la historia de Mure, sino también la de los adversarios que participaron en la batalla de Sentino, auténtica encrucijada de la historia que transformó Roma en una superpotencia. Los personajes de Larth y Hulx nos hablan de los etruscos, famosos por sus intrigas, así como Nearco, Estacio e Ignacio nos traen de vuelta a los valerosos samnitas. Ateboduus, por su parte, solo representa el mundo de los celtas itálicos, mientras que el joven Thucer encarna a aquellos umbros que entraron a formar parte del mundo romano después de la batalla.
Devotio es un viaje maravilloso a la Roma de los inicios de la República, donde el ciudadano romano vive para aumentar la fama de la familia, que ya no es noble por herencia, sino porque alguno de sus componentes ha ocupado cargos en la magistratura superior. El romano vive para la ciudad, frecuenta sus lugares, se reúne para el censo y establece relaciones con sus conciudadanos, trabaja, crea riqueza, se alista y combate por la libertad. La República plasma un modelo de hombre político único en el mundo que hace del honor su cultura. Todo esto desaparecerá cuando se alejen las fronteras y los emperadores conviertan a ciudadanos libres en súbditos. Las legiones profesionales proporcionarán protección a la ciudad llenándose de soldados griegos, germanos y galos. El Campo de Marte ya no verá reunirse a los ciudadanos para votar, las estaciones ya no traerán la alternancia entre el trabajo, la familia y la guerra, el romano ya no será más un soldado, ya no será un ciudadano, vivirá en África o en Britania como un espectador del poder del imperio.
Al leer Devotio recuerda que lo que para ti puede ser un placer de unos pocos días o unas pocas semanas, ha sido para mí un pedazo de vida. Un pedazo de vida escrito en dos años y medio difíciles, en los que han sucedido cosas que han influido en mi existencia. Devotio es abnegación, sentido del deber, fuerza, rabia, aliento y corazón infinitos, es un himno para todos aquellos que han debido enfrentarse a nuevos escenarios en sus vidas y que, a pesar de todo, continuaron dando lo mejor de sí mismos hasta el final.
Amo Devotio desde la primera a la última línea, ahora te lo entrego, léelo con el mismo cariño con el que yo lo escribí.
Todo termina, pero no se borra; la muerte, que tanto tememos y rechazamos, interrumpe la vida, pero no la elimina. Lo que hemos sido quedará. Por lo tanto, haz de tu existencia algo honorable y recuerda que estoy orgulloso de ti, recuérdalo siempre, donde sea y en cualquier caso. Combatir por tu porvenir ha sido mi más grande honor. No ha sido guerra, ha sido amor.
En una vida de batallas, tú has sido mi paz.