UNA DE ROMANOS (ESTUPENDA POR CIERTO)

En los últimos años y gracias al excelente trabajo de autores como Valerio Massimo Manfredi o Santiago Posteguillo, el mundo clásico, especialmente Roma, pero también la Grecia clásica o el antiguo Egipto han vuelto con fuerza a las librerías.
Egipto, Grecia y Roma son nuestras referencias culturales, filosóficas, artísticas y políticas, pero tras la Segunda Guerra Mundial algún brillante político europeo decidió que había que odernizar el sistema educativo y a imitación del sistema norteamericano de enseñanza eliminó los estudios clásicos del curriculum. No sé quién sería el primer criminal que lo hizo en Europa pero los que vinieron después no dudaron en seguir tan mediocre estela y cambiaron La Odisea por el código de la circulación, dificilísimo de aprender, como sabemos los 24 millones de españoles que nos lo saltamos, a diario y a sabiendas o a Julio César por Microsoft Word (denle un teléfono inteligente a un niño de 14 meses y descubrirán cuánto tardaría en corregir este texto sin dar ni una uñetera clase de Office). Y así nos va.
Volviendo a lo nuestro. El estandarte púrpura es una excelente novela de romanos, bien construida, con personajes bien delineados, ambiente perfectamente creíble, buena documentación, imaginación en el argumento y excelente escritura. Y todo esto que ya es bueno no es lo mejor. (Tal vez le cuesta un poquito arrancar, pero hagan el esfuerzo, merece la pena)
El autor enfrenta al mundo civilizado, Roma, con la barbarie ya superada del mundo britano y describe cómo la civilización, la nuestra, la que late como una edad dorada en nuestro ideario colectivo, la civilización que costó más de mil años renacer, puede ser tan salvaje como la barbarie que sustituye. Y cómo, cuando los individuos nos enfrentamos uno a uno, frente a frente, y nos miramos a los ojos, descubrimos que hay muchas más cosas que nos unen que las que nos separan. Colombo juega permanentemente con los personajes como individuos y como partícipes de una identidad colectiva. Nos mueve desde el individuo a la tribu y desde el imperio al viejo legionario. Desde el labrador al druida, del hombre a la mujer, de la reyezuela al legado imperial, nos lleva a la culminación de la tragedia. Una catástrofe que destruye el esfuerzo individual acumulado durante toda una vida en el altar de la masa. Un sólo acto de codicia, soberbia y pura imbecilidad por parte de un hombre civilizado pone en pie de guerra a toda una colectividad que un minuto antes del acto criminal estaba dirigida por un grupo de caciques siempre divididos, siempre enfrentados y dispuestos a aprovechar la debilidad del otro.
Excelente el contraste entre las dos identidades que nos hacen personas, el ser humano como individuo y como partícipe de una identidad colectiva. Ante tu desgracia individual tu peor enemigo puede ser tu salvador y en tu triunfo colectivo está el germen de tu destrucción.
Y por encima de todo la libertad individual, la dignidad personal y la propia voluntad como motor del mundo.
J. Víctor Esteban – http://www.yellowbreak.com/critica-el-estandarte-purpura/