Vivere tota vita discendum est et, quod magis fortasse miraberis, tota vita discendum est mori.
Se tarda toda una vida en aprender a vivir y, lo que puede parecer más extraño, se tarda toda una vida en aprender a morir.
Lucio Anneo Séneca
En septiembre del año 46 a.C., Cayo Julio César se pasea triunfante por Roma: el general está recién llegado de su gran victoria sobre los galos. Entre las filas de sus soldados, encadenado como una bestia, avanza Vercingétorix: el hombre que unió la Galia contra Roma se expone ahora a la burla pública de sus enemigos.
Arrastrando al líder bárbaro se encuentra el centurión Publio Sestio Báculo, el hombre que durante seis largos años tuvo la tarea de velar por este importante prisionero para que llegara vivo al triunfo de César.
Ningún romano conocía a Vercingétorix tan bien como Báculo. A través de su forzada proximidad en la cárcel mamertina, estos dos enemigos forjaron una relación que iba más allá de la guerra y de las divisiones que ésta conllevaba.
Ahora, durante el triunfo, comprenden que todo lo que han vivido culmina en ese momento, y que el valor de una amistad nacida en el fuego de la batalla puede ser mayor que el de la vida misma.
EDICIONES B, Enero 2023